APRENDER A VIVIR

[Delia Pilar Checa]

Es importante para nuestra salud mental enfocarnos en vivir el presente que constituye el único tiempo real que nos puede proporcionar felicidad. Además, este se encuentra libre de culpa y preocupación, emociones muy destructivas.

Al referirse a vivir no hay otro momento posible que el presente. El pasado es tiempo muerto -ya fue- no se puede vivir nuevamente y el futuro aún no tiene existencia real, es sólo tiempo a vivir. Los sentimientos que se originan en estos tiempos irreales son sumamente negativos. El pasado trae culpa que corroe y no permite disfrutar el presente; o trae nostalgia, añoranzas de alegría o felicidad ya pasadas; o rencor que es el odio o resentimiento hacia otras personas que consideramos han tenido una acción reprochable hacia nosotros, que han herido nuestros sentimientos en algún momento. La culpa es tremendamente nociva, porque por más arrepentimiento que carguemos no podremos modificar absolutamente nada los hechos actuados, para lo único que nos puede servir es para evitar caer en los mismos errores, como faro para orientarnos en decisiones futuras.

El futuro produce preocupación o ansiedad, sentimientos que consumen mucha energía y distraen de vivir el momento presente.

Sólo en el presente se está vivo, se manifiesta el Ser. Si la energía se enfoca en el hoy nuestra actitud será más serena, observemos que la mayor carga emocional  la proporciona el hecho de vivir en el pasado o de inquietarnos por el futuro. Si se aprende a disfrutar de las pequeñas cosas del presente y de los actos cotidianos se verá que nuestra vida se va llenando de pequeños milagros. Se advierte que se es un hombre o mujer común que ama y disfruta de la vida corriente. Si se pone conciencia en cada acto de nuestra vida cada momento adquiere una belleza especial. Disfrutemos del camino, se percibirá salpicado de estrellas. Comencemos a sacudirnos de encima toda la carga de condicionamientos que la educación y la sociedad en general fueron poniendo sobre nuestras espaldas. Comenzaremos a sentirnos más livianos  de lo que nunca nos hayamos sentido, nos crecerán alas como a pájaros, y cuando llegue el momento de resolver problemas estaremos más lúcidos y con menos bloqueos emocionales.

 

Delia Checa - D. A. R.

Mendoza, Argentina