HACE UN AÑO…
Anoche asistí a una Misa Virtual, recordando el año del fallecimiento de Arturo.
Hombre trabajador, bueno, excelente padre de familia. Cuando su mujer se enteró que estaba contagiado con el Covid, ésta le botó de la casa.
Fue a la casa de sus hijos mayores, tampoco quisieron recibirle por miedo al contagio.
Una hermana lo acogió en su hogar y le dio las atenciones necesarias, en una habitación del tercer piso.
Un ser que disfrutaba de economía y por el buen corazón que tenía, también supo ser solidario con amigos y parientes, no merecía irse tan pronto y de esa manera.
Lamentablemente cuando más necesitaba de los suyos, se sintió abandonado.
Una mañana, la hermana subió como cada mañana; tocó la puerta avisándole que le dejaba el desayuno. Pero solo un silencio premonitorio se sentía.
Insistió Teresa llamándole repetidas veces, pero él no contestaba.
Entonces cubriéndose el rostro, la hermana entró a la habitación. Su sorpresa fue impactante. Arturo se había suicidado.
Encontró una carta de despedida en la que decía entre otras cosas, que no soportaba vivir así y que perdonaba a sus hijos mayores, que también le fallaron.
Hace un año se fue el buen amigo Arturo, desesperado por su situación y por las secuelas de este virus.
IRIS GIRÓN RIVEROS
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ufffffffffffffffff!!!!
q ganas tengo, tenemos de salir de este infierno...
besos
Sí querida Bethzaida,
a veces se pueden dar estos tristes casos.
Gracias por tu comentario.
Bethzaida Montilla dijo:
¡Qué dolor me ha causado esta historia, Iris! Ojalá no sea de la vida real, ojalá solamente fuera inspiración, porque es muy grave lo que hicieron la esposa y los hijos de este pobre hombre, lo desampararon echándolo de la casa, como si fuera un leproso. En estos tiempos de pandemia y crisis mundial, es cuando se ve descubierta la verdad de muchos corazones. Te felicito por tu prosa y te dejo mi saludo fraternal.
Gracias Ingrid.
La nobleza de tu corazón,
ha expresado tu sentir.
Lamentablemente,
hay historias muy tristes.
Te saludo cordialmente.
Ingrid Zetterberg dijo:
¡Qué dolor me ha causado esta historia, Iris! Ojalá no sea de la vida real, ojalá solamente fuera inspiración, porque es muy grave lo que hicieron la esposa y los hijos de este pobre hombre, lo desampararon echándolo de la casa, como si fuera un leproso. En estos tiempos de pandemia y crisis mundial, es cuando se ve descubierta la verdad de muchos corazones. Te felicito por tu prosa y te dejo mi saludo fraternal.
Muy conmovedor tu relato, Iris.
Me gustó mucho su lectura, aunque triste
(estas situaciones relacionadas con la pandemia son,
indudablemente muy tristes).
Gracias por compartirlo.
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