UN DÍA COMO AYER
La noche llegó con una tempestad tan fuerte e inesperada, que turbó la quietud de mis pensamientos, que en esos momentos estaban recorriendo evocativamente, la plática que había sostenido en la mañana con un amigo, con quien habíamos acordado encontrarnos este día sábado de luz y gloria, pero que no fue posible, porque telefónicamente se disculpó y también yo le sentí muy alterado y evasivo, entonces, entendí que pretextaba reunirse conmigo. Estaba absorta en lo acontecido, cuando timbra el celular:
- ¿Cómo estás Rosita?- me preguntó telefónicamente mi amiga Mary- ¿Sentiste el temblor? ¡Qué fuerte fue! Temblor y tempestad, parecía el fin del mundo- seguía diciéndome mi amiga.
- Yo estaba sentada, contemplando desde mi terraza, el parque inmenso iluminado, que tú conoces- le dije- cuando de pronto, el ruido, el movimiento de mi sillón y la fuerte lluvia, me sobresaltaron.
- ¿Estás sola?
- Sí, -le dije- han salido todos. Ojalá no les coja la lluvia y regresen pronto.
- Y tú, Mary, ¿cómo estás?
- También muy asustada, pero con Grima nos hemos puesto bajo el dintel de la puerta del comedor, por seguridad. Aunque he sentido réplicas, pero ya está pasando-me seguía diciendo-Debemos estar alertas.
Seguimos platicando sobre recuerdos de nuestros encuentros en el club y novedades de amistades. Épocas de fiestas y reuniones, que, por la pandemia, tuvieron que suspenderse.
- Mary- le dije- escucho la alarma de la cochera, deben ser ellos, parece que están llegando -le advertí-
Espérame un cinco, que luego te aviso.
- Ok.
Pasaron unos breves minutos, y entraron ellos. Todos vinieron a abrazarme, aunque estaban empapados y les pedí que se cambiaran de ropa.
- Mary, ¿aló? Ya no estoy sola. Ya llegaron los chicos. Gracias por tu compañía virtual. Cuídate amiga. Saluda a Grima. Bye amiga linda. Ya estoy con la familia.
Rosita, me decían casi al unísono, hemos estado muy preocupados por ti, y por eso nos hemos venido lo más rápido que hemos podido. Ya estamos juntos, salvos y sanos. Nos asustamos mucho y pensábamos en ti, - me decían-
-No quisiste salir con nosotros, pero felizmente, ya pasó todo peligro.
Esto aconteció en un día como hoy, Sábado de Gloria, que fue de suspenso y temor.
Y antes de retirarme a descansar, porque la hora apremia, quiero recordar la obra de Jan Valtin: “La noche quedó atrás”, porque ya todo momento triste, sombrío y tempestuoso, pasó.
Sonreímos de contentos, nos abrazamos todos porque el júbilo fue general.
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¡QUÉ BUENO QUE EL CONCURSO
"PRINCIPIO Y FIN, TENGA ECO"
SUERTE COLEGA.
Beto, excelente relato, muy apropiado, te felicito, Amaralis
Felicidades y suerte para la autora del post n# 3. Es un excelente relato.
Un cordial saludo. Este es un buen trabajo literario, le deseo mucha suerte.
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