Capítulo cuarto
Fiumicino, unos de los mayores aeropuertos de Europa, recibió en un soleado día a nuestra profesora, Roma le decía: ¡Bongiorno, señorina!.
Cierta demora para recibir el equipaje, pero en menos de una hora, ya estaba buscando, con la vista, entre las decenas de personas con los conocidos cartelitos en alto. Una señora vestida con un vestido primaveral, mantenía su nombre entre la multitud.
-Benvenuta, Beatriche, por favore...- Sin mucha palabrería, fue invitada por la anfitriona a llegar hasta el taxi que las estaba aguardando.
El ruido infernal de los bocinazos, palabrotas entre los conductores de los miles de vehículos, la velocidad que estos viajaban, la puso de un sopetón en la realidad de esta cosmopolita ciudad. Estaba en Italia, parecería mentir, tanto escuchar, tantos comentarios, y ahora, ella estaba allí. ¡Increíble!
El viaje fue corto.
El hotel, una mansión antigua, reaccionada y adaptada para cumplir los requisitos necesarios con el fin de albergar a una centena de viajeros, resultó, a primera vista, algo semejante a los afiches de las paredes que adornan las agencias de viajes.
La habitación que le asignaron era amplísima; una cama de dos plazas cubierta con una especie de tapiz de un popurrí de colores suaves esfumados, un ventanal desde el cual se apreciaban los jardines que rodeaban la casa, se convertían en delicados detalles que invitaban a los huéspedes a deleitar de su estadía.
De acuerdo a las explicaciones concisas de la señorita Gina, su guía en los siguientes tres días estipulados, no eran suficientes, a su criterio, como para visitar ni siquiera una pizca de lo que tal ciudad podría ofrecerle. Razón por la cual le rogó respetar, en lo posible, los horarios previstos.
Cerca del mediodía bajó al comedor donde recibiría el almuerzo. Su apetito fue holgadamente satisfecho.
El antispasto, de rechupete; los mini-ravioles de ricota, directamente un deleite al paladar, y el lomito a la pimienta: sin palabras. Del postre ni que hablar, no quedó espacio disponible.
(COLISEO)
La visita al Coliseo, fue un asombro sin igual. El sencillo hecho de estar parada en el centro de la arena, recorrer con cautela las inmensas gradas que rodeaban el afamado e histórico circo romano, otorgaron, por medio de sus ojos una sensación de pequeñez, y un sentimiento cual acusada de algo no cometido.
La historia leída, en más de una oportunidad, sobre lo allí acontecido, demostró a que punto de degradación puede llegar el ser humano. Salió de allí con una rara y no agradable reacción.
Compartió sus pensamientos con la Gina, quien le ofreció para levantar el ánimo un paseo por la, *La calle de Roma*. Según ella, el que no caminó por dicha estrada, no estuvo en Roma.
Vía Véneto
Los famosos modistos exponen allí sus últimas expresiones. La moda de mañana es posible verla aquí, mucho antes de que se expanda por el mundo.
Bares, restaurantes, boutiques de alto prestigio.
Es posible respirar el lujo y el dinero invertido en los establecimientos que adornan esta tan especial calle romana.
Al día siguiente, a pedido de Beatriz, se cambió el itinerario, fueron a visitar el .
Vaticano
Antes de entrar, parada como una estatua frente al espectacular edificio, más el tamaño de la Piazza de San Pedro, con la basílica del mismo nombre en un costado, fue un momento en el cual su corazón aumentó el ritmo.
Piazza de San Pedro
El tiempo pasó sin notarlo. Sus ojos no alcanzaban a captar, el deseo superaba la posibilidad de abarcar todo lo que se pretendía apreciar.
La capilla Sixtina se ubica en lo interiores recónditos del palacio del Vaticano. Construida a finales de siglo XV, decorada y pintada bajo el mandato del Papa Paulo III, por Miguel Ángel Buonarroti (también escultor de El Moisés y de la Piedad).
La capilla Sixtina
A nuestra profesora, entre las explicaciones de su guía particular, quién resultó una experta en todo lo que a arte se refería, quedaron muy grabadas las apreciaciones pertinentes a esta joya de la pintura: *La genialidad mixtilínea, la preciosidad poliédrica, la descomunal excelencia, la belleza descabellada, el colorido ajedrezado y áureo son definiciones parcas y someras de un listado artístico que permanece flotando sobre la Capilla*
Conviene resaltar, por otro parte, que el visitante sale quejándose del dolor en la parte cervical a consecuencia de la estrategia de observación obligada por Miguel Ángel.
Trattoría
Esa noche la disfrutó en una típica trattoria.
Un especial restaurante que ya al entrar invitaba a comer. La especialidad de la casa: pizza a la piedra.
Nunca, pero nunca, disfrutó de una pizza como aquella noche. El vino de la casa, un tinto que obligaba llenar el próximo vaso. El mozo que atendió la mesa, se mostró de lo más atento y servicial, especialmente con la turista.
Un hombre muy educado, con un acento de pueblerino pero con ademanes que llamaron la atención de la entusiasmada Beatriz. Aquí una palabra, por allí un gesto, llevaron a concretar la posibilidad de un reencuentro la noche siguiente, o sea la última de la viajera. La decisión fue tomada. Él la pasaría a buscar por el hotel, después de finalizar su turno. Un- bona note- dio por finalizada la cena.
El día siguiente fue dedicado a las plazas de la ciudad.
Hay decenas, a cual más pintoresca, Cada una posee su encanto, su historia y su secreto.
La simpática Gina, explicó: -No se puede decir que se ha estado en Roma, sino se han visitado sus Piazzas, los lugares con más vida de la ciudad.
La oferta es variada, tómese un café, compre un grabado y unos zapatos de mercadillo, pida dos deseos, descanse y bese a su ser querido; las plazas están para esto y mucho más.
.
La Plaza España
Visitaron entre otras, La Plaza España: es donde se congregan los turistas para descansar; en el mes de Julio se realiza allí un desfile de modas internacional.
La Plaza dil Popolo: en el centro de la misma un inmenso obelisco egipcio.
La Piazza Navona: un gama de colores en la hora del crepúsculo ocasionada por los edificios que la rodean, brindan un deleite a los ojos de los visitantes.
Volvieron al hotel. La guía, responsable de que todo salga como estaba previsto, recalcó que pasaría a recogerla bien temprano, a las 5y media de la mañana, pues el avión despegaría a las 7.
Beatriz se apresuró con sus preparativos, le quedaba escasa hora para estar lista.
La cita con el mozo, Marco, consiguió alterar sus nervios.
Dudó que vestido convendría para el paseo nocturno; optó luego de probarse varios, por uno estampado de florcitas.
El susodicho llegó a la hora convenida.
Dio por aprobado el hecho de que su invitada aceptaría pasear en su motoneta.
En aquel momento pensó que acertada estuvo al elegir el vestido de falda amplia. El parroquiano, después de consultar sobre los lugares visitados por Beatriz, decidió llegar a uno de los lugares más famosos y comentados mundialmente: La Fontana de Trevi. Y hacia allí partieron.
Fontana de Trevi
En verdad la renombrada fuente se encuentra como custodiada entre casonas que forman una especie de óvalo que en su centro se erige este monumento tan fotografiado, y tiene su motivo.
Un arco triunfal domina todo la fuente, alegoría, dicen, al Rey de los Mares.
Neptuno tirando de su carro de caballos marinos. La iluminación, no abundante, en suaves matices de colores, al reflejarse en el agua, expande una nube que encierra todo el contorno. Un embelesamiento total.
Sentados, degustando unos sabrosísimos helados: B.Beroni, lo mejor de Roma.
No hablaron mucho, el espectáculo resultó convertirse en una de las veladas que sin duda se grabarían no solo en la memoria de nuestra profesora, sin duda también en su corazón.
No alcanzó a dormir lo suficiente. Sensaciones nuevas llenaron su atestada mente. La hora de la partida se acercaba. Debió apurarse para estar lista.
Ya camino al aeropuerto, trató de concentrar sus pensamientos y reubicarse en su viaje.
Su próxima parada, en otro continente, en un mundo distinto. Su destino: Singapur.
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CONTINUARÁ
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Comentar
Querida Bethzaida...disfruta de cada lugar,,,te espero en Singapur...
Te sigo por Italia mi amigazo, tal parece que vamos a recorrer gran parte del mundo. Esperare a ver en que acaba el laaaaargo viaje.
Amigazos, CARMEN y CRÍSPULO....la viajera Beatriz los está esperando en Singapur...
Beto, excelente recorrido por mi bella Italia, Roma, la capital del mundo. Gracias. Amaralis
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